domingo, 1 de julio de 2012

El “No puedo patear mi olla” (2)


la falta de respeto poR el trabajo y el sacrificio PROPIO Y ajeno.



Esta historia nace en una charla entre amigos, en la cual, en época electoral estábamos preocupados por quién era el candidato más apropiado para gobernar el país. Aprovecho también la oportunidad para aclarar algunas acusaciones que he recibido de gente que no me conoce nada....

Hablamos de un candidato X (para no herir susceptibilidades), del cual, justo el grupo que estábamos ahí, sabíamos de primera mano y éramos totalmente conscientes de sus vicios, su mal desempeño como servidor público y su mal uso y abuso de los bienes del Estado.

A lo que esta amiga responde, “sí, pero igual le voy a votar”, y al cuestionarle yo, espantada, el porqué de esa decisión sabiendo cuál es su desempeño me contesta ofuscada “¡¿cómo yo voy a patear mi olla?!, “mejor mal conocido que bueno por conocer, si el plato de comida en mi casa llega gracias a X partido, el trabajo de mi marido depende de eso, y si otra persona de distinto partido asume el mando nos vamos a quedar sin comer”.

Yo ya no dije nada, sonreí con decepción y me callé en el nombre de una vieja amistad, sólo le dije con total calma mi postura y sentí pena por su marido. PENA… Y MUCHA.

Qué es lo que nos pasa a los paraguayos que pensamos que debemos agradecer nuestro trabajo eternamente agachándonos ante nuestros superiores y ¿qué pasa por la cabeza de los grandes empresarios que piensan que al darnos trabajo y pagarnos una miserable suma de dinero por nuestro sacrificio diario nos están haciendo un favor?

Desde muy chiquita tomé la decisión de no casarme con ningún color, ni ideología, ni partido político. En mi infancia no podía entender cuando me explicaban que las personas votaban su partido siempre, aunque el candidato les parezca un asco. Veía como un día despotricaban contra una persona acusándola de graves delitos y actos de corrupción y al día siguiente, porque fue elegido representante de su color, se ponen la camiseta con la cara del mismísimo tipo y le hacen campaña política pisando sus palabras, su ética y sus valores (si es que los tienen). Defendiendo “su olla” a costas del sufrimiento, la miseria y el desangro de todo un país. Años después sigue sin parecerme correcto.

Por eso no estoy afiliada a ningún partido político, ni pienso hacerlo, porque creo que mi deber es elegir al mejor y al más competente para llevar el país adelante, o aunque sea al menos peor, sea del color que sea. Elegir desde mi libertad de pensamiento, sin atadura alguna. Elegir a consciencia y no “a bolsillo” o “a estómago” tal vez se le pueda decir “a olla”. Eso me permite analizar todo de manera más imparcial, saliéndome de fanatismos injustificados.

Y me han ofrecido pintarme de X color, diciéndome “¿por qué no te afilias, no ves Fulanita De Tal ya trabaja y está nombrada porque Menganito le consiguió? Y Sultanita también y gana bieeeen, trabaja tantas horas nomás”. Otros hasta me dijeron “pero si antes yo me iba a marcar tarjeta nomás y ya volvía a mi casa y me iba a marcar mi salida tranquilamente. Ahora sique tengo que estar ahí todo el tiempo por culpa de que le votaron a este nuevo presidente”, protestando sin sonrojarse siquiera .

“Cómo tu mamá y  tu papá trabajaron bien toda su vida gracias a su partido”.

INDIGNACIÓN.

RABIA.

Discúlpenme, pero hasta donde yo sé, mis padres, jubilados laburaron toda su vida, se rompieron el traste por nuestro bienestar, y tristemente, tuve que aprovecharme de sus pobres ganancias cuando me quedé sin trabajo, y se los agradezco infinitamente, todos los días de mi vida por educarme, formarme y ser mi fuente de fuerza cuando caí. Y yo valoro demasiado su sacrificio de años como para tan impertinentemente decir que la comida que me trago se la agradezco a un color, menospreciando el sudor de sus frentes y el desgaste que arrastraron a lo largo de los años.

Una ofensa a sus años de laburo incansable sería decir que un color les mantuvo toda la vida, habiendo sido testigo de la preparación con la que contaban para ocupar sus puestos de trabajo y de su sacrificio diario.
Y  les voy a pagar toda la vida el permitirme ser desobediente a lo acostumbrado, y abusar de su tolerancia, esponsoreándome los estudios y mi costo de vida, dejándome buscar un laburo al que logre acceder por méritos propios y no por tener un amigo en los altos mandos de las oficinas públicas, objetivo muy difícil de conseguir en un país que todavía conserva malas costumbres del pasado, pero no imposible.

Y orgullosa, cuento que ninguno de mis trabajos hasta ahora se los debo a cuestiones políticas y de amiguismo. LÁSTIMA, POR LAS PERSONAS QUE PIENSAN QUE A MÍ “ME CONVIENE” TOMAR UNA POSTURA U OTRA, porque yo no me beneficio de ningún partido ni corriente política más que de mi esfuerzo. 

Consideraría la más grande humillación el atarme al nombre de alguien y tener que acompañar todas sus campañas políticas y ponerme una camiseta con su rostro tocando pitos y agitando afiches y panderetas para toda la eternidad. “agradeciéndole” mi trabajo. 

Yo, soy muy celosa de mi trabajo y de mi esfuerzo y lo defenderé siempre a capa y espada. Son una de las pocas cosas en la vida que son mías, pura y exclusivamente mías, y no voy a permitir nunca que nadie intente apropiarse de ello.

La amiga de la que les hablé no dejó de tener un plato de comida en su mesa, de hecho, a su familia le fue mejor que nunca, cosa que, probablemente, no cambie su postura aun ante las evidencias y los suspiros de satisfacción de su estómago. 

Sentí lástima por su marido, porque en ese preciso momento, estaba trabajando, lejos de su casa, esforzándose por su familia, mientras que su señora con su propia boca negaba tal acto, y le atribuía el tamaño de su olla a personas que nada tienen que ver con ella y que probablemente no les interesa ni si siguen comiendo, como si fuera que le regalan dinero cada fin de mes a su marido por rascarse el derecho y después el izquierdo.

Pero a pesar de que yo le diga todo esto a cualquier persona, seguirá con obediencia un color, una cabeza, un número, sea bueno o malo, preparado o incompetente, trabajando para ellos en “agradecimiento” sin protestar. Y al cuestionarle ¿por qué estás haciendo eso si sabés que no es lo correcto?, responderán cabizbajos “no puedo patear mi olla”.

Paraguayos, siempre, paraguayos, raza aparte, en la eterna búsqueda del hueso perdido…

El “no puedo patear mi olla” (1)


La cultura del miedo y la falta de amor propio (cuestiones laborales)



Muchos, a lo largo de mi corta vida me han tachado de rebelde, sin causa, con causa, no importa cómo, pero rebelde al fin. Y puede que tengan razón si tienen como concepto de rebeldía el no callarse la boca y creerse con derechos de reclamar sus legítimos derechos ante las injusticias.

Tal vez el rebelde entiende el término rebeldía como una reivindicación de sus libertades, así como lo aclaran algunos diccionarios.

Confieso, sin ningún tipo de vergüenza que yo misma sospecho que nací sin la más mínima noción   del “respeto a las jerarquías” (a excepción del respeto a los buenos profesores), a mis ingenuos e infantiles ojos, todos somos iguales, o por lo menos deberíamos serlo. Mi cerebro ve las cosas desde el daltonismo, sin distinguir color de piel, color de ojos, el color del poderoso y el del subordinado. Tal vez sea una virtud, o quizás sea un gran defecto.

Y entrecomillo la palabra “respeto” porque así lo llama la gente al hecho de agachar la cabeza en total obediencia sin emitir queja ni opinión alguna, ni siquiera un leve reclamo a las órdenes y deseos de los altos mandos. Porque me considero una persona sumamente educada y respetuosa con todos, pero en el caso de que quieran joderme, tendrán que tacharme de maleducada e irrespetuosa únicamente, porque no hay manera de que no reclame mis derechos, aunque seas el Presidente de la República o el mismísimo Papa. Y todo esto muy aparte a mi evidente defecto de quejarme por todo en esta vida, defecto que reconozco plenamente.

Una vez, en un viejo trabajo, el cual agradezco, pero fue una de las épocas más negras, de no dormir noches y días enteros, mal pagada, y comiéndome humillaciones innecesarias. Me insinuaron altos mandos, con soberbia, prepotencia y casi gritando que tenía que agradecer el trabajo que me daban, e incluso prácticamente exigiéndome que no renuncie (cosa que ya había hecho antes. Como buena boluda, no aprendo de mis errores y volví a tropezar con la misma piedra). Ante una queja que hice pública (no en concepto de trabajadora sino de cliente de otra empresa del mismo dueño) me dijeron “donde se come no se hace caca”. Consideraban traición, osadía y sacrilegio que reclame mis derechos.

No puedo expresar con palabras mi cara de espanto ante semejante declaración (los detalles y pormenores de esta discusión las diré en otra oportunidad). Las lágrimas y la voz quebrada por el llanto y la rabia no me impidieron expresar sin miedo y con total claridad, ¡yo no tengo porqué rogarles que me paguen, yo trabajo para que me paguen, me rompo la vida día y noche, no me están haciendo ningún favor al darme trabajo, me pagan por mi trabajo, no me pagan por caridad! El trato no incluía comprar mi forma de pensar ni mi alma y tengo todo el derecho a decir mi verdad.

Les desafíe a que me despidan, me desafiaron a que renunciara, al final no hicieron más que humillarme a nivel personal y de manera infantil y hacerme firmar un “contrato de trabajo y fidelidad” (tiempo después me enteré de que tal contrato estaba totalmente fuera de la ley).  Afortunadamente, la vida me separó de ese lugar infernal.

Me enfermé, mucho. ¿Sentiste alguna vez que tu cuerpo aguanta ante la necesidad de mantenerse en pie para trabajar o estudiar día a día? Aguanta hasta el último momento, poniendo parches de salud en tu rostro para cumplir con todas las responsabilidades?  usando sus últimos recursos para brindarte la energía necesaria, y, de repente, cuando merman las responsabilidades, es como que tiene permiso, por fin, de mostrar su real condición?  Así fue, me enfermé, me sentí tan mal, un mal que llevaba arrastrando hace años ya, no quería comer, me daba aversión oler la comida, no podía mantenerme en pie más de 2 minutos sin marearme y me retumbaba el mundo con ese dolor de cabeza insoportable, no podía ni beber un sorbo de agua sin vomitar, pensaba, “Dios, ¿así se siente morir? Y mi admiración por la gente que vive tantos años con una enfermedad a cuestas se acrecentó. Yo sabía que todo eso me lo estaba aguantando hace años, yo sabía, que ese fue el resultado de sobreexigirme por algo que no valía la pena, por gente que no me valoró y me engañó, sin embargo, nada importaba ya, porque era libre.

Y no me arrepiento, porque ahí aprendí que nada en esta vida puede comprar la dignidad, que soy capaz todavía de defenderme sola y que no tengo porqué dejar que me traten injustamente por miedo a pasar hambre. Dios y la vida cuando cierra una puerta, abre una ventana llena de luz con miras a un paisaje fresco y con más paz, lejos del encierro y las cadenas, brindándote una oportunidad más grande. Todo sacrificio tiene su recompensa.

En ningún otro lugar tuve problema alguno, (lamento informarles a los que me decían que yo no nací para trabajar, sino que tenía que casarme nomás ya -y ser un parásito para mi marido-) Siempre que me respetaron, he respetado, cuando no me respetaron, alcé mi voz sin miedo reclamando. Golpeé puerta por puerta buscando trabajo, lo encontré, me dieron un lugar, me respetaron, me agradecieron, me formaron, me pidieron que no me vaya cuando tuve que partir para tratar mi enfermedad y me pidieron que vuelva cuando mejore.

Sin embargo, decidí tomar otro camino y nuevos desafíos y gracias a Dios los encontré y son mejores de lo que imaginé, son exactamente lo que pedía. Y vuelvo a repetir, agradezco todas las oportunidades que tuve.
Muchos me llamarán ridícula e ingenua por creer torpemente que con mi “rebeldía”, manteniendo mi postura sin declinar, negándome a ser “realista” no hago más que perder mi tiempo. Tonta, porqué no te rendís, ¿no ves que es inútil? Sin embargo, que diferente sería la historia de la humanidad si tanta gente hubiera decidido ser “realistas” y dejar de luchar aceptando su destino.

Me niego rotundamente a sumarme a los ya tantos chupamedias que hay en este país, a ser cepillera y a besar pies ajenos.

 Seré ingenua pues, porque creo, desde el corazón y desde mi cerebro que de una sola persona puede venir el cambio, una sola persona puede hacer la diferencia, el luchar hace la diferencia, el hacerse respetar, el amarse a uno mismo y hacer respetar el trabajo, esfuerzo y sacrificio de uno y de sus seres queridos.

Los que prefieren ser pasivos con la excusa de que sólo quieren “vivir en paz y tranquilidad” sin tener que enfrentar ningún tambaleo en su comodidad, seguirán con la mentalidad aldeana. Siempre, siempre en busca del hueso perdido. 




jueves, 23 de febrero de 2012

Ser la mala de la película (el hipócrita dedo acusador)


El otro día andaba muy contenta de compras por el súper, cuando de repente le veo a una vecina “amiga” reconocida por sus labores en la Iglesia, su ayuda al prójimo y los muchos crucifijos e imágenes de ángeles y santos que cuelgan de su cuello y muñeca.

Yo, ingenuamente, sonrío contenta como para saludarle. La señora, se hace la ñembota que no me conoce y me lanza la mirada más repugnantemente acusadora mirándome de arriba abajo. Prometo que si tenía un abrigo a mano me lo hubiera puesto, pensé que tenía algo malo en la ropa o algo así, ¿quizás un agujero en la parte trasera?. ¡NADA! Estaba con una camisilla cualquiera y una pollerita súper sport que casi me llegaba a las rodillas, la mujer me miró como si anduviera desnuda por la calle con todo el espíritu cristiano y el power de amor y comprensión al prójimo que posee.

Qué cosa que más detesto es que la gente se crea con derecho a juzgarte cual Dios, ¿acaso cree que el rosario que lleva en el cuello le da poderes supremos de catalogar gente? Maldita hipocresía. Qué corazón tan noble poseen... había sido, chúlina luego.

Encima, si vamos al caso, señora, “amiga”, le explico que no tengo intenciones de vestirme como monja en este calor de 40 grados, me visto como se me da la gana y no por eso soy una chica exhibicionista ni fácil. Si vamos al caso, señora, y tanto le molesta verme la piel, debería mirar primero a su propia hija, menor que yo y con faldas el doble de pequeñas que la mía, y escotes todavía más pronunciados que los que uso para irme de parranda, ¿no le molesta eso? ¿Por qué? ¿Sólo porque le consta a usted que ella va siempre  Misa y la acompaña y yo nunca estoy ahí? ¿Porque no asisto cada domingo? ¿Porque simplemente no me interesa y voy pura y exclusivamente cada vez que me da la gana?

Y señora, si es por eso, su hijo se casó porque su novia tenía la cocina llena de humo, o sea, estaba embarazada. ¿Por qué critica a los que hacen lo mismo, entonces? ¿Qué miércoles le interesa lo que todo el mundo haga y que usted considere “impuro”, por qué no deja de preocuparse por ellos (criticando, emitiendo juicio y siendo chusma) y va a ocuparse full time de ayudar al prójimo o leer la biblia, me hace el favor. ¿O no leyó usted la palabra de Dios en Mateo 7 Y prefiere señalar la paja en el ojo ajeno antes que ver la viga en el suyo propio?  

Con todo respeto, señora, es usted la que está faltando a sus valores cristianos juzgándome a mí sin conocerme en lo absoluto. Porque yo, señora sé que sus hijos son buenas personas y me importa poco cómo anden vestidos y que se coman la torta antes del recreo…

Yo, no jodo a nadie, pero si vienen a joderme sin autoridad ni conocerme, tengan por seguro que me voy a defender.

"Uno solo es el legislador y el juez, que puede savlar y puede perder. Pero tú, ¿Quién eres para juzgar a tu prójimo?”

Yendo a otra experiencia, recuerdo muy bien mis picos de indignación en aquellas épocas de colegio cuando se atrevieron a inculparme por cosas que no hice. Y no me hubiera molestado mucho si fuera cualquiera, pero siendo consciente yo  de que son personas  caraduras que tratan de esconder sus cagadas tirándome sus muertos a mí, me enloqueció. De verdad pensaba que gente tan basura sólo existía en las películas y en las novelas mexicanas.

Resulta que mi mejor amiga estaba de novia con mi compañero, los tres éramos muy amigos… hasta que un buen o mal día, sabrán los astros porqué. A una muchacha de fama cuestionada se le ocurrió insinuarle a mi amiga que yo me metía con su novio.

Fue todo un drama, sobre todo porque muchos de mis compañeros no me defendieron precisamente, pero bueno, qué te puedo decir, yo soy una persona bastante cerrada y que se cuida mucho a la hora de seleccionar amistades, y es gente que no me conoce nada, no les puedo culpar.

Pero esta chica que intentó dejarme mal parada, insinuando que yo le traicionaría así a mi única amiga de verdad, no pudo ser más sínica. Todos sabíamos que ella tenía su grupito de “amigas” y que a más de una, no sólo les traicionó, sino que “les quitó el novio” (así se dice, cuando en realidad el tipo imbécil también tiene que tener participación) y cuando se le sacaba la realidad en cara se ponía a chillar y victimizarse…

Y sus problemas con sus amigas y sus chongos no me interesaron en lo más mínimo, es más, intenté no meterme, ni emitir juicio, ni darle importancia a algo que no me competía en lo más mínimo. Hasta que noté que pensaba redimir sus pecados, tratando de darme una imagen de que soy de su misma calaña y de que es normal traicionar amigos. ¡Qué acto más perverso y egoísta!

Afortunadamente, mi amiga se dio cuenta de que entre su amiga que le banca en todas y su ex rival con historial de papel de mosca muerta y traicionera, era yo quien decía la verdad y aquella la que se aprovechaba de la situación, sembrando cizaña. Capaz hasta le daba celos que haya gente que conserve grandes amistades de verdad.

Que te guste traicionar, no significa que todos lo hagan, resulta que, mamacita linda, yo tengo un concepto muy bien definido de lo que es amistad y aprecio y cuido a mis amistades, no uso a mis amigos como palancas como lo hiciste vos.  

Bueno, después esta chica me negó el haber dicho algo así de mí, ¡¡me negó en la misma cara!! Y mi socia, después de ese acontecimiento y  tantos años sigue siendo mi hermana del alma, así que a la chica no le salió muy bien su largada de ponzoña. Esto es simplemente una anécdota, pero trato de darles una idea de mi nivel de asqueamiento, cuando me quieren hacer ver como LA MALA DE LA PELÍCUALA (mbuajajajaja!)

También está el caso de esta chica que tenía novio, pero le engañaba  con un gran amigo mío. Y la pobrecita,  víctima de los celos, al conocerme a mí, aun sabiendo que yo tengo novio, empezó a insinuar que yo tenía “algo” con mi amigo (su extra), ¿insinuar? no… ¡Asegurar! cubriéndose  detrás de su hipótesis de poseer un “sexto sentido femenino infalible”.

¡Qué me dejen de joder! Corazona, que vos le cornees a tu novio como si nada no significa que todas las mujeres seamos como vos, no significa que yo sea como vos. Pelotuda yo, intenté que me caiga bien más de una vez, hasta le dejé entrar a mi casa… para que me calumnie de semejante modo. Nena, No me conocés un carajo, andá lávate la boca con ayudín antes de juzgarme por cosas que no hago, siendo que yo no te recriminé por cosas que sí hacés. La culpa te pone paranoica, bajá  17 cambios y tené un poco de respeto por las personas y por vos misma.

¡La pucha que la gente es caradura! ¿Captaron la idea con estas anécdotas?. Bueno, estas vivencias me hicieron dejar de ser tan buenita y boluda con la gente. Intentás siempre dar lo mejor de vos para los demás, y la verdad es que hay gente a la que no le importa un pito. Cuando te puedan usar para sentirse menos mierda, te van a usar. Cuando tengan la oportunidad de apuntarte con el dedo en honor a los ñembo valores sociales, lo van a hacer. Y cuando te vean como obstáculo en su camino, te van a usar como tapete.

Y me tiene sin cuidado, en serio, lo que la gente diga o piense de mí, a veces todavía me sorprende levemente. Pero sí me saca de quicio que sean un par de hipócritas sin vergüenza  que creen que señalarle a otro les va a hacer a ellos mejores personas y van a desviar la atención de sus errores.

Cuando yo sea la mala de la película, me haré cargo, ¡sépanlo!  Y dedíquense a ocuparse de sus vidas antes de querer calumniar la  mía. 


martes, 21 de febrero de 2012

Si estoy en estado miserable ¡no dejaré que nadie sea feliz! (14 de febrero)



No podría explicar toda la diversión que viví en estas fechas tan conflictivas como “el día de los enamorados”, que bien podría Cupido argumentar “por lo menos la gente habla mal de mí, prefiero que me odien a que me ignoren” como una de esas ñembo periodistas “paraguayas” (a confirmar) que salen en programas de chimentos baratos intentando defenderse de lo indefendibe. Pero, en honor a la verdad, digan lo que digan haters, lovers, foreveraloners, todos se acordaron del Día de San Valentín, si tan poco te importara, no lo recordarías. Pero absolutamente toda la gente con la que me crucé y cuyos posts leí en las redes sociales, recordaron el 14 aunque sea por el estreno de “The Walking Dead” (sí, claro…)

Desde aquellas canastas de desayuno que se paseaban en moto por los embotellamientos hasta la escribana que hace 16 meses no me termina los papeles del auto, han recordado poner el ambiente colorado y lleno de cosas cursis romanticonas.

Y no quiero decir que lo cursi esté mal, de hecho lo disfruto con mil gustos en las dosis justas recomendadas por el médico, pero al parecer no todos piensan como yo.

Quiero decir nomás que en mi momento de soltería súbita también me quejaba de todas estas fechas, pero tampoco al punto mortal al que llegan todos ahora. No sé si se creerán muy cool y malotes, pero lo único que hacen es dar lástima así, en serio. Todo esto me hace pensar cosas muy locas, como que la figura del “foreveralone” realmente hace que cualquier hijo de vecino con medio mes de soltería se crea que es uno y las viñetas de cuanto cabrón lleve a todos los solteros a un estado de depresión y hostilidad contra el mundo extrema.

Sí, yo odiaba los 14 de febrero, ¿por qué? Porque simplemente pasaba sola, no tenía con quién disfrutar la fecha, ni nadie que me ponga correa y me saque a pasear, ni una florcita, ni un peluchín del tipo que apenas conocí ayer que ni me caía bien, pero era una esperanza de no sentirse miserable, nada de nada.

Por eso me ahogaba en chocolates (la verdad que siempre me ahogo en chocolates, cualquiera sea la razón), pero no por ello me ponía a malaondear por todas partes donde pise.

El viejo argumento de la “fecha comercial”, la bajada de caña de “todos son cornudos fingiendo que se quieren”, la falsa alegría de ser soltero, la falsa tristeza por serlo.

Y muchas personas que en años anteriores daban hermosos mensajes en honor a San Valentín, este año estuvieron puteando las 24 horas del día, y otros tanto que odiaban tan polémica fecha, estaban todos romanticones…  ¿creen que no les pillé?

Lo que quiero decir es que tal vez se sentirían menos solos y menos agresivos si esta fecha directamente no existiera, o estarían puteando menos si tuvieran algún fan, si no hubieran sido rebotados, engañados, cortados , dejados de lado, etc., etc. Así que pretender demostrar que no les afecta luego en lo más mínimo cada 5 minutos simplemente demuestra todo lo contrario, hay que darse por enterados un poco. Y el resto de las personas no tiene la culpa de lo que te haya pasado, y que vos lo hayas pasado no significa que todos estén en la misma situación.

Y diré que la mayoría tiene razón en sus argumentos malaonda. ES una fecha comercial, sí. ¿La mayoría son todos cornudos?, sí. ¿Es una excusa para que los moteles facturen?, también. ¿Tanta alegría y ternura haría a cualquiera vomitar arcoíris?, todo verídico.

Así también, es verdad, nunca faltan aquellos que se ponen de novios el 13 y cortan el 15, no faltan los que justo tan inoportunamente rompieron un día antes de los festejos acorazonados o, peor aún, en el día. Hasta aquella película “Día de los Enamorados” que se hará realidad frente a tantos floristas que tienen que preparar varios pedidos de arreglos florales para el mismo proyecto de hombre con la tarjetita de “sos mi único y verdadero amor” destinado a diferentes mujeres...

Gracias a la vida pude disfrutar de la noche romántica en un lugar todo chuchi, muy lindo, se comía rico, gente que pagó una buena suma de dinero por la cena romanticona y me llamó muchísimo la atención que muchas parejas no se veían bien, o sea, en muchas mesas una de las partes de la pareja tenía una cara de no estar pasándola bien, o cara de enojo, no sé… hasta me sentí desubicada por estar sonriendo…

Entonces se me iluminó la vida, mucha gente va a lugares tan lindos ¿para qué? Para aparentar estar bien con la pareja, para hacer “pinta”, para hacer buena letra después de mandarse una equivocación casi imperdonable, ¿para qué gastan tanto dinero si no van a intentar pasarla bien?, ¿para qué van?. Y hay que reconocer que cada pareja es un mundo, tiene sus dramas, tiene sus esperanzas a pesar de todo y las cosas no siempre salen como uno quisiera.  

Mucho de estas fechas – y se los digo a la gente que tanto se queja- sí, señores, es puro aparentar, puro pretender ser algo frente a los demás, tal vez por esa loca necesidad de no pasar el día solo. Tal vez por tener que tenerle contento al oficial, al extra, al otro extra y a los que vienen después, a pesar de que ninguno de ellos termina de hacerte sentir algo real. Y muchos la pasan mal a pesar de haber recibido chocolates o el famoso peluchón que ni cabe por la puerta de tu pieza, ¿saber eso les hace más felices acaso?, ¿no se puede acaso dejar a los demás pasarla bien?, ¿no se pueden poner contentos con los demás, como seguramente alguna vez la gente seguro hizo contigo cuando estabas con ese tan famoso ya ex novio con el que tanto disfrutaste las cenitas a la luz de las velas y los paseos de la manito por los shoppings?

Así que, no hay nada por lo cual ponerse agresivo por un viejo dolor e intentar con la mala onda arruinar el día de los demás, sólo porque yo no puedo pasarla bien. Les aseguro que en el momento que les toque (si ya no les tocó aun) estar perdidamente enamorado de alguien, una fecha así les va a parecer un día lindo, agradable, para disfrutar y van a ser tan cursis  o más de lo que alguna vez criticaron a los demás. A todos nos llega o ya nos pasó. Es parte de ser humano, lo siento.

Y la gente que de verdad está enamorada no necesita incinerar sus billeteras, chequeras y tarjetas de crédito en regalos, ni preparar actividades súper especiales para que todos los vean, la gente que de verdad se quiere, celebra el amor y los conflictos que éste conlleva  todos los días.

Al fin y al cabo, es el día del amor, no de las parejas…  así que a celebrar el sentimiento que mueve al mundo, no te hagas el ciego y ve que tenés amigos, familia, proyectos, trabajo, personas y cosas que amás. Finalmente, tené lo que escribo muy presente y ponéle onda, que el año que viene, podés ser vos a quien  acierte ese tal Cupido con una de sus flechas y andes por ahí flotando en nubes de algodón amoroso. Puede sonarte ridículo, pero es mi compromiso decirte la verdad.  


martes, 7 de febrero de 2012

Pesadilla infantil (Los niños y yo)



 Una tarde cualquiera en la que debía ir a consultar con mi otorrinolaringólogo por mis problemas respiratorios crónicos pude reafirmarlo, la afinidad con los niños no es lo mío. Y a continuación expondré mis razones.

Inmediatamente después de llegar al consultorio  pude percibir que estaría mucho tiempo esperando mi turno, pues mi otorrinolaringólogo sí que tiene muchos pacientes, de todas las edades ; y casi todos los días realiza cirugías, entonces debe repartir esas pocas horas que le quedan de la tarde en semejante cantidad de personas que esperan ser atendidos por él.

Casi todos los asientos ocupados y, siendo honestos, estaba entre las últimas, sería una larga tarde.
En el mismo consultorio trabaja un pediatra, y sí, esa sala está repleta de niños, desde bebés hasta el más allá, niños y niños, niñas y niños, pesadillas y niños.

En la sala hay cuadernos con mesitas y sillitas para distraerlos, pero no es suficiente con semejante cantidad, y, las criaturas no tienen mucha paciencia, así que a la tercera vez que sus padres le expliquen que todavía falta un buen rato para que el doctor los atienda  ellos deciden que ya estuvo bueno de sentarse calladitos y es tiempo de destruir el lugar.

Los niños corren y juegan hasta que se cansan, luego se asocian con otros niños y están bien por un tiempo, hasta que uno hace llorar al otro y todo se convierte en caos.

Multipliquen eso por 15 niños, durante 3 horas completas, mientras rogás que llegue tu turno porque tuviste un día pesado en el trabajo, tenés hambre y querés volver de inmediato a tu casa.

A pesar del griterío, puedo escuchar claramente el latido en mi sien, es oficialmente una pesadilla.
Hay niños más atrevidos, que incluso se acercan a la gente y quiere sacarle sus revistas, revisar carteras, incluso prueban sus últimos movimientos de pelea aprendidos de ‘BEN10’ en tu humanidad, y estarán bien chiquitos, pero sí que pegan duro.

Derraman, rompen, golpean, destruyen y la peor parte, lloran a gritos si no les das lo que quieren.
Y todo esto lo hacen ante la mirada apacible de sus padres. Algunos no le dicen nada ni siquiera cuando están por convertir tu cartera en papel picado, otros los retan, pero a los niños no les importa. Hay padres que cuando ya no dan más, le dan golpecitos y toda la sala queda en un incómodo silencio y se escucha el susurro de muchos “¡¿cómo va a pegarle a la pobre criatura?!” a la par que hacen la señal de la cruz.

Yo no sé si será algo generacional, pero estos niños de hoy, no se cansan, sufren de hiperactividad (capaz que hasta la disfrutan) y son increíblemente malcriados, a tal punto de que no podés decirles que no.
Me imagino diciéndole a alguno en el consultorio: “no puedo invitarte mi alfajor porque debo sobrevivir con él durante las más de 3 horas que voy a estar esperando acá” y que el inocente se ponga a hacer berrinche, su madre, en lugar de sugerirle que se quede quieto o comprarle su propio alfajor me daría una mirada llena de ira al igual que el resto del público presente, y yo quedaría como la malvada adulta.

Simplemente puedo admirar esa situación y desear a los cielos que mis hijos no sean tan difíciles y que yo tenga la capacidad suficiente para hacerme respetar  como madre y ponerles límites como corresponde… creo que dejarles a los niños hacer lo que quieran y cuando quieran es una nueva moda, una nueva filosofía para crear una futura esperanzadora sociedad con hombres con un marcado concepto de la libertad o algo así… qué sabré yo.

En fin, siempre tuve muy poco contacto con los niños. No es que no me gusten, sino que los respeto. Muchos me dicen “seguro así de nerviosa vos también le ponías a tu mamá”, pero la verdad es que era una niña muy tranquila. De todas formas, cada vez que hay un niño escandaloso a mí alrededor, mi mamá enseguida me lanza una mirada, no sé si reprendiendo mi impaciencia o demostrándome su acuerdo con mi fastidio. Otros dicen "ya vas a ver cuando tengas tus propios hijos" y sí, es altamente probable de que tenga que pasar por lo mismo.

Si aparece la criatura más hermosa del pueblo en un evento social la mayoría se va encima de ella, le empiezan a hablar chistoso, le babean de besos y le aprietan los cachetes. Yo lo máximo que haría sería saludarle con la mano. Existen tantas madres que le dicen “dale beso a la tía Fulanita, dale beso”  obligándolos a demostrarle afecto a la nunca antes vista y nada familiar 'tía Fulanita' y el pobre pequeño prójimo muestra una cara de fastidio que reconocería en cualquier lugar.

En cuanto a bebés, haciendo un conteo rápido, sostuve en brazos un total de 2, probablemente 3, por miedo, terror a arrancarles la cabeza en un descuido, con lo frágiles que se ven y lo bruta que soy yo, no quiero ir al penal de mujeres todavía.  

La razón por la cual no me tiro encima de los niños es simple. Recuerdo  bien cuando yo fui uno de ellos.
Aún lo tengo en la pupila, cuando toda esa gente extraña me rodeaba y me estiraba los cachetes, qué horror, detestaba eso, lo odiaba. Quería salir de allí de inmediato. Me acariciaban el cabello y yo quería gruñirles, quería que me dejen en paz, que me dejaran jugar tranquila, a tal punto que cuando sabía que iba a venir mucha gente a casa, me encerraba, me escondía y era yo la que ponía esa cara de fastidio ante la probabilidad de quedarme con labial de mujer desconocida en toda la cara.

No es que no me gusten los niños, también me causan ternura y me encantaría comerle las manitas y hacerlos reír, pero no haría eso con un niño que no sea mío o que no conozca. Hay una gran posibilidad de que el niño que hoy día tengo en frente, piense lo mismo que yo en mi niñez  y espere que yo no esté constantemente invadiendo su espacio personal y simplemente respete su universo de juegos.  

Probablemente en unos años cuando tenga hijos vuelva a leer estas palabras  y me cause risa, tal vez hasta me cause indignación, pero esto es lo que veo ahora.  Mientras tanto, cada vez que esté en un restaurante, al escuchar las corridas y griteríos de un par de niños, me llevaré la mano a la cabeza en señal de fastidio y la culpa no será de los pobres inocentes. ¡¡¡Padres, apiádense de mi alma!!!

jueves, 2 de febrero de 2012

MIEDOPUNTOCOM (cuando un foreveralone se convierte en una amenaza)



Con toda honestidad, soy muy amiga de las redes sociales, especialmente del FB y no es que sea adicta porque todavía distingo mis prioridades, puedo borrarme días enteros sin la necesidad de revisarlo, sin convulsionar de necesidad. Naaah, en serio.

La mayoría de los días estoy prendida y observo ese glorioso ángulo superior izquierdo expectante por  que las lucecitas rojas se prendan todo!!!

Sin embargo, hay un botón más ignorado que los demás, el de las solicitudes de amistad.
He dejado solicitudes esperando meses enteros, acumulándose una tras otra y no es que sea mala onda, sino por prevención.

En el acumulamiento, sólo el tiempo y la revisión esporádica del perfil solicitante en cuestión darán el veredicto.

Era el inicio del año 2011 cuando tuve que pasar por algo tan desesperante y repulsivo como el acoso de una persona. Créanme que no hubiera tenido tanto miedo hasta el punto de recurrir a la Justicia y perder mañanas en las que podría estar adelantando trabajo por andar detrás de mi denuncia si no fuera porque mi miedo era real, por mi integridad y por la de mi familia. Esa persona no sólo tenía mi número de teléfono, celular, etc., él era adicto a estupefacientes, estaba enfermo ya ni distinguía lo real de lo irreal, yo sabía que era violento y peligroso y lo peor, sabía dónde yo vivía.

Toda esa historia empezó con mensajes de texto y reclamos sin sentido en el orkut que fueron empeorando con el tiempo… decidí actuar cuando una mañana en la que volvía del trabajo a mi casa recibí un mensaje de mi mamá explicándome que tenía que cambiar mi camino habitual porque este fulano estuvo en casa y andaba rondando por mi barrio.

En fin, no es que quiera profundizar ese caso, sino reflexionar acerca del peligro de las redes sociales. No puntualmente de tipos desquiciados hasta tal punto de seguirte y amenazarte o hasta querer pagarte para casarte con él y engendrarle un hijo, sino de aquella clase que más abunda, los que quieren levantar.

No me malinterpreten, me encanta que la gente se conozca, se quiera, se enamore por medios cibernéticos y “ayna luego qué romántico, vamos a salir en CNN con nuestra historia de amor”. Pero hay gente que no sabe entender un NO como respuesta.

Estoy segura de que le pasa tanto a hombres como a mujeres, cuando vemos a determinada persona con pelotita verde al lado de su fotito, a toda putts se tropiezan todos nuestros dedos por el mouse para aparecer como desconectado. 

Cuántas solicitudes repentinas de personajes han saltado como pororó al subir alguna foto relativamente llamativa de esas pocas en las que salgo bien peinada. Tantas veces le di oportunidad a tipos desconocidos de entablar una conversación por chat para intentar ser ‘buena onda’, ERROR, ERROR, ERROR.

“-Hola, ¿de dónde sos?”,
-“qué linda sos, en serio muy linda estás en tus fotos”,
- “¿estudiás o trabajas?”,
-“no seas bruja, es para ser amis nomás”,  
-“no te estoy molestando, verdad” (sí, molestás!),
- “me encantaría conocerte”,
-“nos encontramos en X lugar?” (no, me queda lejos, estoy enferma, no quiero ir, de verdad no suelo encontrarme con gente desconocida, discúlpame, un gusto conocerte pero no quiero encontrarme contigo)
-“Es para ser amigos nomás, bebé. Ya estoy saliendo para tu casa!!!”  (WTF!!!!!, eliminar contacto, eliminar contacto!!).

¿Por qué?, gente, ¿por qué?

Y esos apodos apenas cuando te escriben por primera vez, ¡¡horror!! Mi novio es el único con derecho a ponerme apodos de semejante naturaleza. Hay gente a las que les decís, 'por favor, no me gusta que me llamen así...' Y NO ENTIENDEN. APODO CURSI DESDE EL PRINCIPIO = INDIVIDUO ELIMINADO. 

Después están aquellos con los que compartía gustos y amigos en común y todo, y yo,pobre ingenua les di mi número de celular.

Simpáticos mensajes buena onda en principio, para pasar rápidamente al ‘vamos a encontrarnos’ después…  Pienso: Bueno, me cae re pesado este tipo, le voy a ignorar… Pero, k-rajo! Cuántos mensajes por minuto puede enviar una persona??!!

Oh, no! también es mi contacto en el Messenger.  (Aparecer como desconectado)
Y la debacle total llega cuándo empieza con las llamadas perdidas a cada rato, cada una hora. Sencillo, no le contesto.

...Y el prójimo no es tonto, quiere venganza por mi desatención. Allí es cuando empiezan las llamadas perdidas a la madrugada, a horas intolerables con el clásico noventoso 'Número Privado'.  LPM!! ¡Le voy a atender y le voy a poner en su lugar! Evidentemente, el prójimo, más de un lerdo ‘hola’ no respondió, mientras yo me desarmaba la garganta en improperios que harían sonrojar a cualquier hijo de Dios. Y así siguió, no le importó nada que yo no quiera saber nada de él, nunca le importó. Incluso tuvo la caradurez de preguntarme por Messenger si cambié de número y que le pase mi nuevo número.  En fin… luego de un tiempo por fin tuve paz.

De vez en cuando un olvidado de mis contactos aparece directamente desde el inframundo al Facebook chat, luego de intentar ser amable (y me cuesta un Perú) y explicarle cómo es la vida: ‘tengo novio y estoy muy bien, no tengo ningún interés en tus regalos, no confío en desconocidos, no es nada personal, no me interesa saber qué sueños premonitorios tuviste ni qué mensaje te dejó el Arcángel  San Miguel ni el mismo príncipe de las tinieblas para mí, rechazo humildemente tus invitaciones a encontrarnos, gracias por la intención’, etc....después de intentar explicarle en arameo y en chino mandarín con toda la paciencia del universo, te mandan al infierno, tachándote de engreída, turra, prostituta, fea (hace 2 minutos eras la mismísima Venus de Milo), amargada (esta ofensa es clásica, ‘si te encamaras conmigo serías divertida, me rechazás y es por amarga’), mala onda, calienta pavas y demás… y rematan con un “ahora mismo te voy a borrar de mis contactos y te voy a bloquear” (eeeeeeeeeehhhh?? AHORRÁME LA MOLESTIA) revisás dos días después y no te eliminó nada… 

Tal vez el título suene crudo para los solitarios que buscan amistades en las redes sociales, pero hay algo que diferencia a un grupo de solitarios de los sin-vida, uno de los grupos sabe cuándo rendirse y tiene respeto por los demás, el otro no.  

¿Sus madres no los educarán?, ¿alguna vez han levantado una chica así?, ¿acaso las chicas de verdad aceptan regalos y viajes de gente desconocida?, ¿acaso cualquier cumplido mediocre y frase trillada hizo caer a alguna?.

No tengo problemas con mantener conversación con toda clase de personas, siempre y cuando yo  me sienta segura y no se quieran pasar de simpáticos.

Las malas experiencias me llevaron a tomar precauciones con estas cuestiones y la realidad es que muchas de estas personas pueden parecer inofensivas al principio, yo caí en ese error una vez y terminé temblando como una hoja con la costumbre de mirar por encima de mi hombro cada vez que decido salir sola por las calles. 

Y esa es la historia de porqué mi filtro para aceptar solicitudes de amistad es tan estricto, el mal rato prácticamente no lo podemos evitar con tanta información nuestra esparcida por las redes, pero ante la duda, el decidir actuar y cortar el problema de raíz puede marcar la diferencia. 

miércoles, 1 de febrero de 2012

Periodo de gestación



Ya hace tiempo pretendía entrar al mundillo de los blogs, pero no me animaba, porque, siendo total y completamente honesta, no soy demasiado amiga de la tecnología, para eso le tengo a Google-sama que me ayuda guiándome por mis nuevas aventuras. 

Recién estoy empezando con esto, estamos en periodo de gestación (significa que todavía no he podido parir ninguna nueva idea) pero prometo avanzar con velocidad.

Antes que nada, creo que deberían saber lo básico, es decir, lo que me movió a crear este blog y cuál es mi línea de pensamiento.

Este espacio fue creado para expresar pensamientos que surgen de la naturaleza curiosa propia del ser humano al encontrarse en distintas situaciones que llaman su atención y lo hacen interrogarse.

Cuando una persona expresa su opinión o expone sus conjeturas, generalmente no solamente es cuestionada, sino que ofendida incluso a nivel personal y tachada de 'ignorante', algo muy común en el país en el que habito.  Creo firmemente que todos tenemos derecho a ser respetados en nuestras creencias y opiniones, preguntar cuándo no sabemos (como recomendaba  la profesora de primaria)  y crecer así como personas.

Podemos elegir quedarnos al margen, callar, quedarnos con la duda y esconder nuestras razones o hacer escuchar nuestro punto de vista y esperar que la gente lo comprenda y lo aprecie.

No pretendo darle a este blog un tono científico, dueño de toda verdad, ni direccionarlo a un tema puntual, sino hacer comentarios de forma informal y relajada como la vida se merece y acerca de nada en específico.

Ubicándonos en el país más mbarete de los 6 continentes, golpeado y sufrido: Paraguay y a través del tipeo de una ciudadana de clase media.

Una sabia vecina que falleció hace poco tiempo me iluminó con una lección hace tiempo... "a las personas no podés tocarles su partido político, su club y su religión, porque enloquecen". 

Este es uno de los fenómenos que más llama mi atención, especialmente en esta era de las comunicaciones, del feedback, las redes sociales y la prensa digital queda en evidencia lo leche hervida que somos. Especialmente se ve en los paraguayos, por tener un fanatismo desmedido y hasta irracional. Lo triste es que el paraguayo es menos respetuoso y enseguida ataca y arma berrinche... ¿no me creen? bueno, ingresen a uno de los diarios digitales paraguayos más importantes, cualquiera de ellos, y aprecien como chorrea la sangre y los cuerpos desmembrados están todo por tu pantalla. ¿Is this... Sparta?  

¿Alguien no piensa como yo? Calificación: ignorante, tonto. ¿El mismo mequetrefe tiene la osadía de intentar retrucar mis fundamentos y mi calificativo de ignorante? Calificación: haragán, tenés problemas de ortografía, no pagás impuestos. ¿El infeliz sigue intentando defenderse? Calificación: Idiota, pelot*do, HDP, seguro que no querés luego trabajar y no haces nada por este país y sos corrupto, coimeador  y ladrón (seguir añadiendo ofensas de carácter personal hasta el infinito o hasta que acabe tu conexión a internet).

No está permitido equivocarse ni pensar distinto en esta sociedad, así de enfermitos e intolerantes estamos y me incluyo como parte de la sociedad. 

Creo que esta actitud nos lleva al retroceso, limita de cierta forma la libertad de expresión y hace que nuestros cerebros terminen cuadrados. No hay nada más enriquecedor que un debate con posturas distintas dentro del marco del respeto y analizando todos los fundamentos del otro, creo que eso es lo que nos da más sabiduría y nos hace grandes como personas. No tenemos porqué tener miedo a equivocarnos, miedo a hablar, miedo a pensar distinto, no tenemos porqué amoldarnos a los demás y no tenemos porqué prejuzgar al prójimo desde nuestra ira de fanático empedernido. 

Y no digo con eso que no cuestiono el punto de vista de los demás, para nada, pero creo que todo puede realizarse con respeto. La única forma en la que me pongo brava es cuando me atacan de forma personal o se sienten con derecho de juzgarme como persona. Uno tiene que hacerse respetar y punto, seré buenita, pero tan b*luda ya no. 

Básicamente, fue eso lo que me inspiro a crear este espacio, por la necesidad de ponerme creativa y escribir y escribir  y escribir cosas que llamen mi atención con total libertad y sobre todo, con muchas ganas de crecer. 

La frase de que la curiosidad mató al gato siempre me pareció injusta y creo que en realidad lo dieron por muerto, pero nunca hallaron el cuerpo y la historia continúa con un felino, con mucha más experiencia y maña.

La curiosidad no mata, la curiosidad nos hace crear, acumular conocimientos, evolucionar, nos hace más sabios...